Queridos flowercillos,
la verdad es que esta semana me gustaría hablaros de mi gran viaje, místicamente hablando. Aquí donde me tenéis siempre he sido la "Niña Dumbo" de mi clase, y la verdad es que llegar a quererme me ha costado más tiempo del que podría imaginar.
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Fuente : Propia |
Una pacense en Navalmoral de la Mata, mala combinación lo mires por donde lo mires, y ya si añades venir de un pueblo tan pequeño que casi ni existe, el cambio fue demasiado duro para una niña de 7 años. Después de un año sin querer hablar con mis padres, teniendo ansiedad por salir a la calle, no queriendo hacer amigos, sucumbí a los dulces ojos de un perrito que me ayudó a ver que no todo era tan horrible. Lo que no sabía es que hacerme esa coleta sería mi ruina durante bastante tiempo.
Siempre he tenido las orejas separadas, viene de familia, de hecho en el pueblo mi padre es "El Orejón", pero cuando viene de tus amigos y gente que te quiere no sienta mal, y menos si eres Juan Antonio Cortés ; graduado en no tener complejo por nada en esta vida. A parte de las orejas, que lograron mi mayor mote, añadimos que "no usaba zapatillas de marca", haciendo que "tuvieran motivos" para meterse conmigo por cada cosa que hacía.
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Fuente : Propia |
Lo importante llegó en el Instituto, apareciendo la Indira irresponsable, esa que no quería estudiar, que sentía que no valía para gran cosa, ni por el cuerpo ni por nada. Así que ahí me tenéis, con 14 años pesando 35 kilos por la obsesión de verme delgada que casi hace que me quede ahí, tan enfadada conmigo y con todo lo que yo representaba que nadie hubiera conseguido quitarme esa idea. La verdad es que el recorrido de los 14 hasta los 16 años fue el peor, aunque exteriormente no lo parecía. Una niña "popular", buena de cuerpo (pasándome a llamar gamba) y pasota en los estudios, sería el prototipo supongo.
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Fuente : Propia |
Sí, habéis leído bien, la gente, en este caso los chicos, hablaban de "quedarse con mi cuerpo, porque mi cara...". Y lo peor de esto no es las cosas que me decía, sino que ¡me lo creía! Llegué a odiar cada parte de mi cuerpo, excepto mi culo, lo reconozco. Tuve a una amiga fantástica, Bárbara, que supo ayudarme a quererme un poquito más y se volvió esa madre, a la que sí hacemos caso.
Creo que lo que viene ahora poca gente se lo esperará, pero corté el problema de raíz : me operé las orejas de manera estética, gracias a un cirujano magnífico al que le debo la vida. Después de que la gente se enterara de lo que había hecho, os quedaríais alucinando de la cantidad de gente que me mandó mensajes de disculpas por todo lo que me habían hecho en el pasado. La verdad es que eso me hizo darme cuenta de que realmente el complejo era yo quien lo había consolidado, y en el colegio solamente había niños intentando intimidar a la niña nueva, olvidándolo con el tiempo.
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Fuente : Propia |
La conexión conmigo misma no llegó hasta varios años después. Vivir fuera de casa necesita un proceso de adaptación a un millón de cosas : cocinar, pasar tiempo solo, organizarnos el tiempo, saber qué hacer con ese tiempo que tenemos para estar solos... Reconozco que mi pareja me ayudó muchísimo, siempre me apoya en todo, pero el trabajo con el autoconcepto solo podría solucionarlo sola, así que decidí trabajarla porque la inseguridad en mí me estaba consumiendo. Aprendí a decirme cada día lo bueno de mi, aquello que más me gustaba, realzando todo eso que me hacía sentir agusto, pintándome los labios cada día de un color, centrándome en la ropa. Tras mucho esfuerzo aquí estoy, orgullosa de mí, de mi cuerpo, de todo lo que he conseguido en la vida, de mi trabajo, de mi esfuerzo por las cosas, de mis baches y de cada una de las personas que he escogido para que me aportaran en este gran proceso.
Quiérete, es lo que realmente vale, porque la única persona que SIEMPRE va a estar contigo eres tú misma/o. Y, lo más importante, ¡los cuerpos cambian! No por estar más delgados somos mejores, tenlo siempre claro.